domingo, 15 de mayo de 2011

El país de las últimas cosas...

Cuando comencé a leer "El país de las ultimas cosas", no pude sino despegarme de él hasta que lo había terminado. Dejando un poco de lado que Paul Auster tiene un estilo que me parece de lo más ameno, de lo más certero y fluido, la historia de esté nuevo relato, me había seducido en gran medida por todo lo que sucedía dentro y fuera de mi. Por las tardes los noticieros pregonaban varios hallazgos, la entonces, muy cercana muerte de "hijo de un intelectual mexicano" hacia eco por todos lados. "Las ultimas cosas" removieron ese suelo tan agitado, yo misma me cubría de especulaciones no sólo de índole social, también mis propios achaques personales retumbaban en esos días. Entonces seguí de cerca las palabras de ese "país de lo ultimo", ahí había inexplicablemente un relato tan cercano pero que era "vivificado" literariamente, la imaginación había dado para ello, para imaginar que sería de un país en la ruina, que seria de aquellos que se habrían quedado, o como los personajes, que llegaran a ese terrible sitio. Esa es la historia visible, la del trasfondo si algo así se pudiera decir (me lo he permitido), fluye en los huecos, en las imágenes que se despliegan, yo veía esos hombres correr, los "corredores" pronto caerían agotados por el esfuerzo, y los "saltadores" habían dejado de respirar frente a mi. Sí, otros tantos corrían a morir plácidamente en las clínicas de eutanasia, y yo seguía todos esos sucesos preguntando, si no soy yo quién vive en ese "país". No todo lo que entonces pensé lo dejaré aquí, hay sucesos que me reservo, porque nada sino a mi me pertenecen. Lo que si dejaré son dos citas que he recogido de mi lectura. Increíblemente casi siempre somos lo "ultimo" o casi siempre lo estamos siendo, pues todo aquello que narramos será por suerte  (por desgracia para algunos) lo último que nos toque...  así pues, si las múltiples derrotas de estos meses no serás las "últimas" para mi , pero si las últimas de mis ya pasados 24 años, la últimas siempre dan pie a las nuevas, aquellas que sigo desconociendo pero auguro terribles, jajaja, no es pesimismo, mero hastío irónico...


Yo no soy más inmune que los demás ante esta enfermedad y sin duda tengo muchas de estas zonas en blanco. Después de todo, la memoria no es un acto voluntario, es algo que ocurre a pesar de uno mismo. y cuando todo cambia permanentemente, es inevitable que la mente falle, que los recuerdos se escapen.


...aquí nada es tan frágil como el corazón. 

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