jueves, 15 de enero de 2015

UNA ESTIRPE DE ALCOHOL

Uno siempre vuelve, a los viejos sitios donde amo la vida,
y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas.

Dos líneas de una canción que muchos deben saberse y que al cantarla  una mujer que sabía sobre alcohol  y supervivencia como Chavela Vargas, dotan de singular sostén a Las simples cosas, que nos dicen, las devora el tiempo. 
El tiempo que aún no conoce instantes poéticos que lo detengan, que jamás ha suspendido su transcurrir. Así que cuando queremos detenerlo o regresar a un punto, recurrimos a la memoria, a volver a esos viejos sitios, hay muchos recursos para valernos y lograr nuestro propósito. Hay quien a paso necio congela un espacio sin mover un ápice, otros que atascan los cajones con objetos, hay quien recurre a la vieja e infalible, hasta ahora, practica de no olvidar, vaya chiste, porque lo saben desde ese instante, hasta que lo olvidan todo; que aquello que tan celosamente resguardan será transfigurado por la misma materia que lo conserva.  
Sabiendo esta inconveniencia menor deciden pese a todo, confiar en ella, en la memoria, entonces ella sonríe y coge la ofrenda. ¿Qué tesoros hemos dejado a su protección? ... uff!!... dejaremos que cada quién realice su contabilidad. 

Lo siguiente son los acuerdos a los que llegamos con nuestra memoria, porque ella ofrece una consulta con infinidad de planes. Olvidos cortos, recuerdos exactos, olvidos a largo y corto plazo, recordatorios constantes, recordatorios automáticos complicados de ser programables, etc. Nos ajustamos a ella y ella responde con eficacia. 
Eso parece pasarle a Dan Fante, hijo del escritor John Fante, sí, el mismo ebrio que escribió, Pregúntale al polvo, y que antes que Bukowski acaparara la atención de todos y la etiqueta del "realismo sucio" marcara su trabajo, y sobre todo mucho antes que vendiera sus guiones a Hollywood; antes que todo eso sucediera y John no supiera ni usar una máquina de escribir, antes, estaba Italia, el alcohol y las historias.  Así Dan Fante relata con aquella memoria que resultó ser fiel y dura como él mismo, lo sobresaliente de su vida y la de su padre, abuelo... hasta que él único que puede decir sin errar sea él. 

Mi vida ha sido intensa. En aras de la brevedad, no he incluido todos los matrimonios, novias, detenciones, empleos y palizas, solo los más interesantes.

Y vaya que es interesante...Fante, un legado de escritura, alcohol y supervivencia. Tiene tantas páginas que ahora mismo me regreso a seguir enterándome de muchas juergas y peleas de la familia Fante, que posee un camino de escritura y de la cuál no hay forma alguna de ser indiferente.

sábado, 3 de enero de 2015

Huellas caligráficas





Con suerte una noche en la que el insomnio parece instalarse y no tenemos más remedio que dejar de intentar conciliar el sueño, podremos escribir una pagina de la que podamos estar satisfechos. Su belleza debería radicar en el contenido o en hermosos trazos caligráficos, o podría tratarse de una dudosa crítica subjetiva alterada en grado sumo por la falta de sueño. Cualquiera que fuera la razón compartiré aquellas palabras que me han parecido perfectas, las comparto ahora justo antes de que amanezca y aquella perfección se vea afectada por la claridad del día y me percate de mi ceguera noctámbula. 

Mi caligrafia parece mejorar, ser más uniforme. Lo he notado en estás páginas, hay cierto equilibrio en ellas que antes no veía. Pensaba que escribir tan desastrosamente era muestra de mi sentir. Me apenaba volver la vista y contemplar tan horrible creación, sentía una vergüenza conmigo misma. Me parecía inconcebible aquello. Horror de caligrafía, horror de ortografía, horror de ideas; mi vida debería estar acorde con aquello, un desastre, catástrofe. 
Siempre me han gustado esas palabras rimbombantes que ejemplifican con grandeza los hechos, porque le aportan algo inexistente a los recuerdos, una mentira en la misma narración de la "verdad" y que no son del todo falsas, sólo exageradas y sobre ello no deberíamos ser tan intransigentes, dado que todo el tiempo concedemos anomalías. La exactitud siempre ha sido un problema para mi.