sábado, 3 de enero de 2015

Huellas caligráficas





Con suerte una noche en la que el insomnio parece instalarse y no tenemos más remedio que dejar de intentar conciliar el sueño, podremos escribir una pagina de la que podamos estar satisfechos. Su belleza debería radicar en el contenido o en hermosos trazos caligráficos, o podría tratarse de una dudosa crítica subjetiva alterada en grado sumo por la falta de sueño. Cualquiera que fuera la razón compartiré aquellas palabras que me han parecido perfectas, las comparto ahora justo antes de que amanezca y aquella perfección se vea afectada por la claridad del día y me percate de mi ceguera noctámbula. 

Mi caligrafia parece mejorar, ser más uniforme. Lo he notado en estás páginas, hay cierto equilibrio en ellas que antes no veía. Pensaba que escribir tan desastrosamente era muestra de mi sentir. Me apenaba volver la vista y contemplar tan horrible creación, sentía una vergüenza conmigo misma. Me parecía inconcebible aquello. Horror de caligrafía, horror de ortografía, horror de ideas; mi vida debería estar acorde con aquello, un desastre, catástrofe. 
Siempre me han gustado esas palabras rimbombantes que ejemplifican con grandeza los hechos, porque le aportan algo inexistente a los recuerdos, una mentira en la misma narración de la "verdad" y que no son del todo falsas, sólo exageradas y sobre ello no deberíamos ser tan intransigentes, dado que todo el tiempo concedemos anomalías. La exactitud siempre ha sido un problema para mi. 

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