Mientras me hundía en las sabanas de la cama me preguntó -¿crees que se acuerde de mi como yo de ella?
Conteste de manera inmediata y sin titubeos – seguro, justo ahí donde no ha poblado de otro recuerdo, en esos momentos en que no puede negar no haberte recordado ya.
Me quedé callada, pensé que acababa de decir una gran tontería, yo no podía asegurar que ella lo recordara, pero me gustaba decirlo para el consuelo indirecto.
Mi incorporación y mi silencio apenas y duraron, cuando ya trataba de corregir lo dicho. Al final sólo arruiné mi respuesta con tantas justificaciones que seguro poco le importaron ya.
(No sé que es lo que me hizo pensar en esa escena, real o ficticia, pues ya no la recuerdo de ninguna manera, el secreto radica en la ficción posible. El recordar es una forma de olvidar y de mentir.)
Será que es en sí, la escena de amantes que no se aman, lo que me ha dejado pensando que puede ocurrir y desmentirse, denegar lo real o inventar ya el amor por un amante que no amo, ya nunca.
¿cómo desengañare y decir la verdad?
-no tiene sentido pronunciar ni mi nombre ni el suyo, puede ser que no existan.