jueves, 24 de septiembre de 2009

Habitar


Justo en las horas de tráfico e imposible flujo. Está ciudad daña órganos, envuelve cuerpos y los exprime. La habito de día y de noche a veces. Escucho su sonido duro, sus golpes que atraviesan todo, su encanto triste. Ella es así: amarga y fría, asombrosa, bella, triste, negra, vacía y saturada. Me recuerda a una puta gastada, que guarda en su sonrisa cierta belleza. Seduce con un pasado nada glorioso, luce el fracaso de las noches, de los nombres que la habitan, y guarda con recelo recuerdos viejos: de noches limpias y risas francas.


Son las calles, las noches, los edificios, los parques, las esquinas, los bares, las madres, los niños, los hombres, los recuerdos, las fotografías, las memorias, los olvidos, los encuentros. Llegadas y despedidas: ciudades que se mueven, moles que arrastran, que absorben. Bocas que habitan, guardan silencio y que devoran.

Mon

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