sábado, 14 de febrero de 2015

El mejor carruaje se encuentra bajo mis pies.


La única manera de dejar de sufrir consiste en mantener la cabeza vacía. La única manera de vaciarse la cabeza hasta el fondo consiste en ir lo más deprisa posible, lanzar tu caballo al galope, encararte contra el viento, no ser otra cosa que la prolongación de tu corcel, el cuerno del unicornio, con la única misión de atravesar el aire, hasta la lucha final en la que el éter vencerá, en la que el jinete y su montura, perdidos en su propio desbocamiento, se verán desintegrados y absorbidos por lo invisible, aspirados y pulverizados por los Ventiladores.
Elena es ciega. Este caballo es un caballo. Desde el momento en que existe liberación por la velocidad y el viento, existe caballo. […]
Llamo caballo a ese irrepetible lugar en el que es posible perder todo anclaje, todo pensamiento, toda consciencia, toda idea de mañana, para convertirse sólo en un impulso, para ser únicamente algo que se despliega. […]
Ésa es la razón por la cual nunca un caballo ha merecido tanto el nombre de caballo como el mío.
Si Elena no fuera ciega, se daría cuenta de que esa bici es un caballo y me amaría. 

                                                                                                     El sabotaje amoroso, Amélie Nothomb



Las historias en mi cabeza son más interesantes… le dije a mi analista, mientras pensaba en todas aquellas escenas ideales que he imaginado. Desdeñe los encuentros amorosos y los triunfos académicos que en el ensueño celebro. Así que me quedaban un puñado de deseos, algunos de lejanas miras y otros más cercanos como el de comprar una bicicleta y salir al mundo, bueno a las calles, dar un paseo.
La idea de la bicicleta surgió por la invitación de un amigo a practicar ciclismo, él aseguraba que era una gran experiencia, yo dudé, andar en bici lo aprendí desde los 5 años con mi esplendida bicicleta roja con llantitas traseras, entonces era fenomenal, ahora mmm… dudaba. Luego noté como veía con más regularidad a ciclistas urbanos o a grupos de paseo nocturno surcar la ciudad en una suerte de desfile a velocidad, fue entonces cuando la invitación surtió el efecto, tenía curiosidad. Aunque yo tenía bicicleta, sí una un tanto destartalada, oxidada, y que sólo usaba para ir por pan, tortillas y… eso era todo, esa bicicleta sin embargo fue robada en una mala noche, ya no había bicicleta y sí un pretexto para retrasar aquella idea. Me empeñe en adquirir una nueva, reluciente; meses después adquirí una a buen precio. La veía y me parecía maravillosa, pero luego me seguía de largo imaginando lo fabulantástico que me vería y sería usarla, ¡¡¡pero no la usaba!!! ¡¡Qué gran contradicción!!
Así que un día en que me obligué a salir de la cama muy temprano, un domingo silencioso y nublado me vestí y salí a rodar. En mi cabeza me decía una y otra vez, cuando te falte el aire y sientas un poco de cansancio regresas, además me decía que no llegaría ni a 2km antes de querer regresar. No fue así, desde el primer día opté por el carril confinado para bicicletas y sin prisa pero constante pedalee 12km, y no fue la distancia lo que más me emocionó, sino esa libertad de desplazarte, era esa energía que me impulsaba a seguir, el viento enfriando mis mejillas. Me descubrí feliz, emocionada, ni en mis mejores días de gimnasio me había sentido así, maravillosamente entusiasmada. Hubiera querido recorrer miles de kilómetros, no regresar.
Sé bien que ahora el ciclismo parece una tendencia y que no pocos se unen a ella más por moda que por querer ejercitarse o colaborar con un mejor transito en la ciudad, yo no lo hago por ninguna de esas causas, lo hago porque en aquel pequeño artefacto soy feliz y disfruto como cuando tenía 5 años surcar las calles a gran velocidad.  Así que en aquella frase desde el diván mentí, porque andar en bicicleta es mucho mejor cuando lo hago que cuando lo sueño.
Ahora tengo un casco muy chulo, y aún no le doy un nombre propio a mi bicicleta, que debería llamarse como yo: Leo, porque eso es de deschavetados.  

jueves, 15 de enero de 2015

UNA ESTIRPE DE ALCOHOL

Uno siempre vuelve, a los viejos sitios donde amo la vida,
y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas.

Dos líneas de una canción que muchos deben saberse y que al cantarla  una mujer que sabía sobre alcohol  y supervivencia como Chavela Vargas, dotan de singular sostén a Las simples cosas, que nos dicen, las devora el tiempo. 
El tiempo que aún no conoce instantes poéticos que lo detengan, que jamás ha suspendido su transcurrir. Así que cuando queremos detenerlo o regresar a un punto, recurrimos a la memoria, a volver a esos viejos sitios, hay muchos recursos para valernos y lograr nuestro propósito. Hay quien a paso necio congela un espacio sin mover un ápice, otros que atascan los cajones con objetos, hay quien recurre a la vieja e infalible, hasta ahora, practica de no olvidar, vaya chiste, porque lo saben desde ese instante, hasta que lo olvidan todo; que aquello que tan celosamente resguardan será transfigurado por la misma materia que lo conserva.  
Sabiendo esta inconveniencia menor deciden pese a todo, confiar en ella, en la memoria, entonces ella sonríe y coge la ofrenda. ¿Qué tesoros hemos dejado a su protección? ... uff!!... dejaremos que cada quién realice su contabilidad. 

Lo siguiente son los acuerdos a los que llegamos con nuestra memoria, porque ella ofrece una consulta con infinidad de planes. Olvidos cortos, recuerdos exactos, olvidos a largo y corto plazo, recordatorios constantes, recordatorios automáticos complicados de ser programables, etc. Nos ajustamos a ella y ella responde con eficacia. 
Eso parece pasarle a Dan Fante, hijo del escritor John Fante, sí, el mismo ebrio que escribió, Pregúntale al polvo, y que antes que Bukowski acaparara la atención de todos y la etiqueta del "realismo sucio" marcara su trabajo, y sobre todo mucho antes que vendiera sus guiones a Hollywood; antes que todo eso sucediera y John no supiera ni usar una máquina de escribir, antes, estaba Italia, el alcohol y las historias.  Así Dan Fante relata con aquella memoria que resultó ser fiel y dura como él mismo, lo sobresaliente de su vida y la de su padre, abuelo... hasta que él único que puede decir sin errar sea él. 

Mi vida ha sido intensa. En aras de la brevedad, no he incluido todos los matrimonios, novias, detenciones, empleos y palizas, solo los más interesantes.

Y vaya que es interesante...Fante, un legado de escritura, alcohol y supervivencia. Tiene tantas páginas que ahora mismo me regreso a seguir enterándome de muchas juergas y peleas de la familia Fante, que posee un camino de escritura y de la cuál no hay forma alguna de ser indiferente.

sábado, 3 de enero de 2015

Huellas caligráficas





Con suerte una noche en la que el insomnio parece instalarse y no tenemos más remedio que dejar de intentar conciliar el sueño, podremos escribir una pagina de la que podamos estar satisfechos. Su belleza debería radicar en el contenido o en hermosos trazos caligráficos, o podría tratarse de una dudosa crítica subjetiva alterada en grado sumo por la falta de sueño. Cualquiera que fuera la razón compartiré aquellas palabras que me han parecido perfectas, las comparto ahora justo antes de que amanezca y aquella perfección se vea afectada por la claridad del día y me percate de mi ceguera noctámbula. 

Mi caligrafia parece mejorar, ser más uniforme. Lo he notado en estás páginas, hay cierto equilibrio en ellas que antes no veía. Pensaba que escribir tan desastrosamente era muestra de mi sentir. Me apenaba volver la vista y contemplar tan horrible creación, sentía una vergüenza conmigo misma. Me parecía inconcebible aquello. Horror de caligrafía, horror de ortografía, horror de ideas; mi vida debería estar acorde con aquello, un desastre, catástrofe. 
Siempre me han gustado esas palabras rimbombantes que ejemplifican con grandeza los hechos, porque le aportan algo inexistente a los recuerdos, una mentira en la misma narración de la "verdad" y que no son del todo falsas, sólo exageradas y sobre ello no deberíamos ser tan intransigentes, dado que todo el tiempo concedemos anomalías. La exactitud siempre ha sido un problema para mi. 

sábado, 13 de abril de 2013

Anotaciones; confesiones menores que versan sobre redes de referencialidad.

Decidí anotar un largo y enmarañado titulo al post de hoy. Imagino que debe ser una muestra de la caótica sintonía de mis ideas.
Pronto cumplo 27, es una formalidad señalar mi cumpleaños, sobre aquello debo de confesar mi único pesar. Tengo nulas posibilidades de formar aunque sea simbólicamente parte del grupo de los 27; astros juveniles que cegados por su luz y por las miradas del mundo cayeron en otro sitio, uno menos ruidoso. No seré una estrella de rock muerta a los 27 años. (fin de mi único y sincero lamento vital)

Ahora que si de lamentar escribo, también debo lamentar haber descubierto tan tarde aquel libro de Patti Smith, "Éramos unos niños" en donde sin un gran estilo está mujer narra su amistad con el fotógrafo Robert Mapplethorpe. Acabo de decir que no hay un gran estilo, es cierto, pero el libro tiene infinidad de datos, una libertad y sobre todo una voz infantil, ¡qué al diablo el estilo!

Por ello les escribo y dejo un fragmento del libro; si gustan de la música de Patti Smith, deberían ver el trabajo de Robert y  luego encontrar un anecdotario de ritmo fluido e imágenes que me hicieron recordar a ese gran libro de Estefan Sweig, El mundo de ayer; que es decir lean "Éramos unos niños"


No obstante, Robert y yo habíamos explorado los límites de nuestra obra y habíamos creado un espacio para el otro. Cuando subía a los escenarios del mundo sin él, cerraba los ojos y lo imaginaba quitándose su chaqueta de cuero, entrando conmigo en la tierra infinita de las mil danzas.

El muchacho que yo había conocido era tímido y tenía dificultad para expresarse. Le gustaba dejarse llevar, que lo cogieran de la mano para entrar sin reservas en un mundo distinto. Era masculino y protector, pese a ser femenino y sumiso. Meticuloso en su vestuario y modales, también era capaz de un desorden atemorizante en su obra. Sus mundos eran solitarios y peligrosos, y vaticinaban libertad, éxtasis y liberación.


jueves, 15 de noviembre de 2012

La llegada a la escritura.



(La postal va dirigida a Isabel Nuñez, su blog es: http://isabelnunez-zbelnu.blogspot.mx/

Si escribes mujer, lo sabes tanto como yo: escribes para dar cuerpo a tus Libros de Futuro porque el Amor te dicta tus nuevas génesis. No para llenar el abismo, sino para amarte hasta el fondo de tus abismos… Léeme–lámeme, escríbeme el amor. Ella no se pone en abismo para saturar la abertura temida; ella celebra sus abismos, los quiere abiertos, desea su sin-fondo, su promesa: nunca nos colmarás, nunca te faltará el buen vértigo; para tu hambre nuestros sexos sin fin, nuestras diferencias. 
Eso escribía la propia  Hélène Cixous:
Escribir: para no dejarle el lugar al muerto para hacer retroceder al olvido, para no dejarse sorprender jamás por el abismo.
En otra parte ella dirá:
Locas: las que son obligadas a re-hacer acto de nacimiento todos los días. Pienso: nada me está dado. No he nacido de una vez para siempre. Escribir, soñar, parirse, ser yo misma mi hija de cada día. Afirmación de una fuerza interior capaz de mirar la vida sin morirse de miedo, y sobre todo de mirarse uno mismo, como si fueras a la vez de otro,­ –indispensable para el amor –y nada más ni menos que yo.
La llegada a la escritura, así se titula un pequeñísimo libro editado por Amorrortu. Un fuego que ha horado sus propias páginas hasta convertirlas en pequeños pedazos de ceniza encendida; de fuego olvidado pero vivo.

Yo sólo tenía la «mala» razón, no era una razón, era una pasión, algo inconfesable, –e inquietante, un rasgo de la violencia que me afligía. Yo no «quería» escribir. ¿Cómo habría podido «quererlo»? […]
[…]Pero había locura. Escritura en el aire a mi alrededor. Siempre próxima, embriagadora, invisible, inaccesible. ¡Escribir me atraviesa![…]

Cioran dijo infinidad de veces que un libro debería ser una bofetada y además, que un lector, debe considerarse tal hasta no haber releído los textos.
…pues eso hago yo… releer a Hélène nueva mente, volver sobre mis lecturas, para descubrirlas distintas, encendidas y palpitantes. Seres de vida misteriosa, cuya existencia se enciende, como el sexo femenino, al contacto de los ojos que virtuosos invasores acarician de nuevo el profundo significante del texto.
Entre las letras, las palabras, los párrafos y las paginas de esté texto voy como antes sorprendiéndome, ya no sólo con las ideas expresadas, con la conversación dice Proust de una mujer honesta, por que eso es la lectura; … la conversación que uno tiene con los hombre y las mujeres más honestos del pasado… (parafraseando a Proust) sino con mis propias anotaciones.

Bendita escritura que deja la huella legible de los pensamientos…

Eso es este, como dije antes, pequeñísimo texto; un poema de prosa libre y sobre todo de libre escritura, una suerte de viaje al pensamiento de tan fabulosa escritora. Hélène  muestra en un pequeño recorrido aquello que tan amorosamente ha trabajado y lo muestra gracias a que escribe acerca la escritura y sobre su propia escritura (Amar: conservar vivo: nombrar. …nos dice…)… sobre sus condiciones,  sobre la de los demás.
Un pequeño ratón de los libros es este texto, cuya riqueza sobre el origen de la lengua que fluye femenina y que se detiene para dilucidar su origen, sus movimientos y sobre todo a  decir femenino sus palabras ganadas, conquistadas y dadas en ofrenda. 

Gottfried Helnwein



Sobre Gottfried no será la única entrada, pero por ahora les dejare un par de sus obras y les recomiendo ampliamente ir a las distintas sedes que han reunido y en estos días exponen parte de su obra. 






"Nos encontramos ante espejos que perturban no por lo que muestran, sino por lo que extraen de lo más íntimo de nuestra psique." (Texto de la exposición del Museo de San Carlos)


[Aquí les dejo escasos lectores de mi espacio, un texto de Cixous y unas obras de Gottfried Helnwein.
Así es como despierto a mi pequeño blog, animal abandonado por mi, que espera a que regrese, siempre espera, sabe esperar y yo sé regresar.]

jueves, 12 de julio de 2012

Rimbaud el hijo

Hace semanas que termine este pequeño pero abrumador libro, que encontré en alguna feria literaria, o cace mientras mi amigo y yo dábamos una vuelta. 
Sobre el libro diré que es un ejercicio de ficción sobre la vida del enfant terrible de la literatura francesa Arthud Rimbaud, con muchos datos biográficos y una narración que se desborda; dejar suelta esa posibilidad de completar los rincones oscurecidos, darles la oportunidad se ser enunciados y vistos, aunque se trate de un parpadeo y de la imaginación de su autor Pierre Michon, que une y confunde los porqués en la vida del poeta. Dejo en mi pequeño espacio algunos fragmentos para quien a quedado interesado en el libro. 
Debería tener en la solapa o en un pie de pagina música sugerida con varias opciones para ser leído, esta idea se la he robado al mismo amigo que me acompaño al encuentro del libro. 
Mientras escogía los fragmentos escuchaba el soundtrack de Pina una fabulosa y delicada película, sobre danza y  Pina Bausch, otra gran recomendación que me permito dejar. Así todo parece tener sentido, Pina, Rimbaud; la música, la danza; el mundo y la creación. Almas que abrazan sus cuerpos y se sostienen por sí mismo; la libertad nace en ellos y vuelve a ellos...
 ¡¡¡Qué nombres me han poblado la mente está noche!!!! 




Ella hacía añicos las flores y las sonrisitas, como todo lo demás: porque no quería a ese hijo que era ella, porque no se quería a sí misma, por lo que sabemos; porque no le gustaba de sí misma más que ese pozo sin fondo donde todo se hundía; y estaba demasiado ocupada tanteando a ciegas las paredes de ese pozo, buscando el fondo, para darse cuenta de que crecían florecillas junto al brocal. [...] ...había encontrado una solución al a altura de la de su madre, y fabricaba para ese duelo inconmensurable pequeños regalos inconmensurables; padres nuestros de su cosecha: grandes trozos de lengua rimada que ella no comprendía, pero en los que veía al inclinarse sobre ellos, tal vez sin poder leerlos, algo desproporcionado como su pozo y obstinado como sus dedos, la marca de una pasión devastadora que había olvidado su causa y sobre pasado su efecto, la marca del puro amor sin efecto...


Sabemos que acabó por sobrepasarlos, que lo llevó a cabo y que fue su maestro: rompió el riel y también se rompió el hocico, en dos tiempos y tres movimientos.


...la infinita libertad de los amores sin objeto...


...las cartas son pequeñas trampas para otro, para un solo otro, que uno quiere echarse a la bolsa; y Rimbaud alcanzaba la excelencia en esta disciplina de cazador de pájaros.


...esos segadores oían por allá arriba al autor de la Temporada sollozar; y en esos sollozos desde hace un siglo se ha querido oír un duelo, la pérdida de Verlaine, la ruina de las ambiciones literarias, el plomazo recibido en cierta ocasión en el ala; además del duelo de la videncia, de los trucos mágicos para hacer llegar el verbo, todas eses supercherías futuristas que la Temporada desaprueba sin ambages; pero me pregunto si esos sollozos, esos gritos, ese puño en decadencia golpeando la mesa, si en eso, más allá de todo duelo no había un gozo muy antiguo y completamente puro. Tal vez se trataba de los sollozos de la brillantez, los de cuando por casualidad, una vez en la vida, la gracia cae en la página: los que la frase justa nos arranca cuando nos arrastra hacia adelante, los que nos quiebran cuando el ritmo justo nos empuja con furia por la espalda, y entonces, deslumbrados en medio de todo, decimos la verdad, proferimos el sentido, y no se sabe cómo, pero en eso instante sabemos que en la página está la verdad, está el sentido; y usted es ese hombrecito que dice la verdad; y vuelve en sí en un triste agujero de las Ardenas, en Guarida de lobos, junto a una vieja negra e insensata, el sentido se sirvió de su mano de bruto, de su duelo de bruto, de su corazón de niñita, para una vez más aparecer entre sus despojos de palabras. Su abrigo de junio. Usted se pone a llorar ante ese abrigo.