sábado, 26 de enero de 2008

Libros, el consuelo…

El amor es una memoria educada (o un olvido insistente).

Jaime Sabines

Pensaba en mis compañeros, en esos cientos de páginas y de palabras, de consuelo y desaliento, aquellas que compartieron mis angustias y mis noches más frías, aquellos que cultivaron mis pensamientos con los de otros más afortunados, en aquello, de la concepción de ideas.
Grandes soportes de los cuales tomada, en el miedo profundo, supe callar mis lagrimas, ellos, posiblemente ellos, y no otros me devolvieron el silbido de una alegría.
En cada uno de sus rostros reflejaba el mío, mis penas fueron suyas y las mías signos gráficos de una historia ajena. Los busco a todas horas, como un consuelo, que deriva en droga, salvavidas que se dejan ver en el silencio. El único abrazo, que de él me queda.

- Mujer rota, Simone de Beauvoir
- Amok, Stefan Zweig
- La despedida. Milan Kundera
- El libro de los amores ridículos. Milan Kundera
- El hombre que sabía demasiado. G. K. Chesterton
- ahora; La impaciencia del corazón de Stefan Zweig

Los manifiesto a cada uno, porque cada uno me procuró horas alegres, a cada uno debo la mesura de no haber enloquecido. Más de dos meses, en los que su dulce latir calmaba mis más atroces pensamientos. Deje aun lado la filosofía, pues el consuelo de mi alma se la entregue a los poetas y escritores, a los que cuentan la fantasía, locos que restituyeron mi corazón, más pronto tomare la mano que me tiende la nodriza del espíritu.

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