sábado, 4 de septiembre de 2010

Arrastrados (fragmento...)


Esa libertad, esa potencia, esa glorificación del ritmo sin ley, van mano a mano, misteriosamente (como en Nietzsche), con la destrucción del espíritu y el oscurecimiento de la razón.

Stefan Zweig, La lucha contra el demonio.

…Corriendo bajo el cielo inmenso, claro y profundo; buscamos con el cuerpo conmocionado, gritando, desgarrando el pecho, ahí donde se dice yace el alma o su jaula, ahí donde el fuego surge incontrolable. Es como un impulso sin aparente explicación, nos vemos forzados a correr detrás de “aquello”, motivo que suscita alarma, insensatez de instante. No importa como se le designe, ni de que manera suceda. Surge, se expande, se apodera del cuerpo y entonces, entonces urgencia, absoluta y plena…

Correr, correr, a campo abierto, abatiendo el viento, mutilando el cuerpo hasta verle deshacerse en tan frenética carrera, no hay metas; el fracaso es inevitable, carece de importancia, su peso ha sido desplazado. Basta el impulso. Sentir las consecuencias. Lanzarse al abismo no tiene un verdadero porque. Fuerza que envuelve las mentes y los cuerpos, un daimon, que forma tan profunda y bella de no-explicar, de sugerir…

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