lunes, 1 de noviembre de 2010

MICTLANTECUHTLI




-¿Y tu alma? ¿Dónde crees que haya ido?
-Debe andar vagando por la tierra como tantas otras; buscando vivos que recen por ella. Tal vez me odie por el mal trato que le di; pero eso ya no me preocupa. He descansado del vicio de sus remordimientos. Me amargaba hasta lo poco que comía, y me hacía insoportables las noches llenándomelas de pensamientos intranquilos con figuras de condenados y cosas de ésas. Cuando me senté a morir, ella me rogó que me levantara y que siguiera arrastrando la vida, como si esperara todavía algún milagro que me limpiara de culpas. Ni siquiera hice el intento:”Allí se acaba el camino –le dije-. Ya no me quedan fuerzas para más.” Y abrí la boca para que se fuera. Y se fue. Sentí cuando cayó en mis manos el hilito de sangre con que estaba amarrada a mi corazón.


Pedro Páramo, Juan Rulfo



Otra ofrenda para los muertitos, otro día para pensar en ellos, en nuestras propias muertes, las chiquitas y las grandotas. Un salud para los que se fueron y otro para los que se quedaron esperando, irse junto con ellos. Por las derrotas y las desdichas, por los recuerdos. 
Pensar la muerte, cada día más cliché, más a moda que a "tradición". Ya no quiero ir a ver las ofrendas asediadas, multitudinarias; foto acá, foto allá, muy mono todo. ¡¡¡¡¡¡Patrañas!!!!!, ahora resulta que a todos les gusta el olor a cempazúchitl, uy que rico el pan de muerto!!! Así ni como defender mi propio agrado al día. Por eso ya no me agrada esté "día de muertos", en lo que se ha ido convirtiendo, me agradará cuando deje de ser "in" y sea de mal gusto. La muerte es horrible, y si la festejamos no es porque nos atraiga, sino por que nos da miedo. Me gusta porque hace patente todo lo que he perdido, las tragedias, las historias de mi niñez; enclavada en aquel pueblo lleno de mujeres susurrando cantos formidablemente tristes. 
Ya puse mi ofrenda, por si acaso, por si vienen y tiene sed y hambre. Ya fui a ver la megaofrenda de CU y descarte la idea de ir a ver las del Zócalo, con una peregrinación de curiosos tengo, gracias. Debería ir a ver a mi abuela, a rezar junto con ella por sus hijos que hace tanto murieron y a ella le siguen doliendo. Ir a casa de ese tío abuelo y sentir escalofríos al ver su fotografía amarillenta, recordar por un instante imágenes borrosas de sus manos pequeñas, con esos dientes blancos preguntando; -¿no quieres más hija? 


Para otro dato contradictorio; quería una foto con la catrina, muy linda y fielmente vestida. La verdad yo quería un tamal de dulce, y pan de muerto, los ojitos de preferencia, escuchar música tradicional, ver las veladoras y oler el copal. No hay manera de describir como esos detalles me conmueven. Cómo quisiera estar de nuevo allá junto a mi abuela, para que que me explicara que esperar a los muertos es rezarle todos los días antes de salir de casa y ponerles agua porque vienen cansados de su viaje. El 1 de noviembre sus hijos vuelven a estar a su lado y ella les pide perdón y ellos le perdonan. -Porque tus tíos eran muy pequeños cuando murieron. (Yo apenas y entendía que mis tíos podían ser unos bebés cuando murieron y que aún así fueran mis tíos) 



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