viernes, 20 de enero de 2012
Palabras....
Si las imágenes, los sonidos y los sabores crean recuerdos y los recrean, también las palabras lo hacen, aunque ellas dependan del oído, y de la vista.
Las palabras que hoy escribiré, son una almanaque de estos días, de lo que me ocupa, de las asociaciones, de aquellas palabras que guardan misterios, dulces sonidos, hermosas vistas, climas, sensaciones, el mundo!!!
El sueño de BOMARZO
La majestuosidad de el HERMITAGE
El misterio de las alucinaciones con ABSENTA
La majestuosa interpretación musical de JACQUES BREL
La sordida compañía de CIORAN
La sensibilidad de ALMODOVAR
La fuerza de una hermosa mujer CHAVELA
La discusión de géneros, con JUDITH BUTLER
El aullido melodico de BOLA DE NIEVE
Qué nuevas palabras descubriré?
Las palabras que hoy escribiré, son una almanaque de estos días, de lo que me ocupa, de las asociaciones, de aquellas palabras que guardan misterios, dulces sonidos, hermosas vistas, climas, sensaciones, el mundo!!!
El sueño de BOMARZO
La majestuosidad de el HERMITAGE
El misterio de las alucinaciones con ABSENTA
La majestuosa interpretación musical de JACQUES BREL
La sordida compañía de CIORAN
La sensibilidad de ALMODOVAR
La fuerza de una hermosa mujer CHAVELA
La discusión de géneros, con JUDITH BUTLER
El aullido melodico de BOLA DE NIEVE
Qué nuevas palabras descubriré?
Hada verde!!!
Un Absenta por favor!!!
Quizá logré beberme al hada verde, dulcificarla y decir aquello que cuentan dijo Wilde; luego de consumir un trago, "después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, se ven cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir".
Quizá logré beberme al hada verde, dulcificarla y decir aquello que cuentan dijo Wilde; luego de consumir un trago, "después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, se ven cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir".
martes, 10 de enero de 2012
OBSTINACIÓN
Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?
Borges
En busca de todos aquellos fragmentos que formaron y forman los días, podemos perdernos en esa actividad, sumergirnos hasta a penas lograr poder ver ínfimos trozos de lo que somos. Seguirá como siempre ha sido,( no se ha demostrado lo contrario), un trascurrir del tiempo.
Ahí donde podemos o no quedarnos clavados, poco importa a ese fluir incesante. Puede olvidarnos en la medida en que permitamos que lo haga o puede hacerlo incluso a pesar de los esfuerzos. No hay quién pueda detener aquella fuerza, lo que es posible es disminuir nuestra propia carrera, reducirla a un movimiento, a un pensamiento, sólo en esa medida se podrá dar la espalda sabiendo ya nuestra derrota por antelación; si, pese a ello caemos de rodillas rehusando dar un paso más, el viento cuyo propio camino será desgastarnos, erosionará nuestras almas. Quizá entonces, cuando por puro desden imaginemos volver al trote y sea en la fantasía, donde acogidos por aquel sentimiento de seguir rememorando; que podamos habitar de nuevo el mundo. Ello no es una victoria, sino un gesto, un gesto del derrotado; el único que se permite a los olvidados. Si es ahí donde se habita, en aquel espacio en el que se niega el paso a cualquier intruso, cualquier fuerza, menos el de la palpitante desazón, la necedad del superviviente o del loco que ha roto aquella cordura que le quedaba. Justo es aquello lo que le permite seguir ahí.
Ahí donde podemos o no quedarnos clavados, poco importa a ese fluir incesante. Puede olvidarnos en la medida en que permitamos que lo haga o puede hacerlo incluso a pesar de los esfuerzos. No hay quién pueda detener aquella fuerza, lo que es posible es disminuir nuestra propia carrera, reducirla a un movimiento, a un pensamiento, sólo en esa medida se podrá dar la espalda sabiendo ya nuestra derrota por antelación; si, pese a ello caemos de rodillas rehusando dar un paso más, el viento cuyo propio camino será desgastarnos, erosionará nuestras almas. Quizá entonces, cuando por puro desden imaginemos volver al trote y sea en la fantasía, donde acogidos por aquel sentimiento de seguir rememorando; que podamos habitar de nuevo el mundo. Ello no es una victoria, sino un gesto, un gesto del derrotado; el único que se permite a los olvidados. Si es ahí donde se habita, en aquel espacio en el que se niega el paso a cualquier intruso, cualquier fuerza, menos el de la palpitante desazón, la necedad del superviviente o del loco que ha roto aquella cordura que le quedaba. Justo es aquello lo que le permite seguir ahí.
Que de su paso por el mundo, quede ante todo su fantasía, único asidero de su vida...
jueves, 8 de diciembre de 2011
Cartas gitanas
Me declaro básicamente escéptica de la magia, la santería, las limpias, los males, las energías, los milagros, las lecturas de café, caracoles, manos y sobre todo las cartas. Pero si negara plenamente todo esto mi vida sería aburrida y parca. A veces se cree más por sugestión que por fe y eso es, aunque se den muchos argumentos, una razón para guardar la posibilidad del asombro. ¿Cuántas veces no dejamos todo a la suerte o confiamos en que "un milagro" puede ocurrir? Quizá todo esto no pueda ser discutido tan burdamente como lo hago ahora, pero, para jugar a ver que nos depara el futuro, soñamos, imaginamos, conjeturamos y como hace días hice; me subí al barco de la fantasía a ver si entre cartas gitanas me decían algo. Sorpresa!!!, todo solía encajar, habían buenas y malas noticia; no voy a morir, no por ahora, no voy a enfermar. El encanto del futuro es que puede ser interpretativo, divertido, angustiante. Yo prefiero seguir ignorándolo, pero vaya que hay algo mágico en la lectura de cartas, ¿será mi sugestión, o el juego que la incertidumbre y la duda lo que me lleva a volver a hacer mi pregunta secreta y tirar esas cartas para imaginar que pueden predecir algo?
El pez dorado
Los alaridos, de cuyas suertes no han sido en lo más mínimo afortunadas; deciden tomar lo poco que no les es arrebatado, su vos, su cuerpo, moverse entre las cadenas, un poco la cadera, luego el contoneo se convierte en ritmo, en la dulzura que destilan sus cuerpos; única propiedad, y eso aveces; porque como dijo Chavela Vargas en alguna entrevista y refiriendo a sus días de aventura y escasez de dinero; "a veces un taco con sal, pero había a veces que ni a veces había"
La pieza que les dejaré no la descubrí sino a través de la lectura que hice; El pez dorado, de J.M.G. Le Cléizo. Novela que me aventuro a recomendar. Hace tiempo que la leí, pero no es hasta hoy que separada de la sensación de correr a lado de Laila, el personaje que narra su historia; una niña que fue robada y alejada de su lugar de origen y de sus padres sin ninguna explicación, vendida, comprada y después perseguida, refugiada en una casa para "princesas" y al final un viaje a París; es que puedo escuchar black is the colour of my true love´ s hair.
Así como Laila y otros tantos no-personajes que podemos ver por las calles, hombres de carne y hueso (ya lo diría Unamuno "...hombres de carne y hueso, hombres que nacen, sufren, y, aunque no quieran morir mueren...") que desterrados de su vida, de sus orígenes; voluntariamente o a la fuerza dejan atrás su historia y la de su comunidad y familia. Hombres y mujeres que podemos ver entre los vagones atestados de gente en el metro o deambulando por las calles. Pequeños corriendo por las plazas publicas u hombres "haciendo lo que pueden", cargando, colocados en alguna actividad o regenteados para ser sino ingenuos y tristes soldados rasos de un alguna "sociedad u organización" que en el mejor de los casos sólo los adquieran con una suerte de empleados "libres" y no de esclavos. Es así que llego a admirar ese gesto dulce de Laila, escuchar música, para refugiarse.
"Cuando llegaba por la cañería del pasillo y oía el redoble de los tambores, me daban escalofríos. Era un sonido mágico. No podía resistirme a él. Hubiera atravesado el mar y el desierto atraída por esa música."
La pieza que les dejaré no la descubrí sino a través de la lectura que hice; El pez dorado, de J.M.G. Le Cléizo. Novela que me aventuro a recomendar. Hace tiempo que la leí, pero no es hasta hoy que separada de la sensación de correr a lado de Laila, el personaje que narra su historia; una niña que fue robada y alejada de su lugar de origen y de sus padres sin ninguna explicación, vendida, comprada y después perseguida, refugiada en una casa para "princesas" y al final un viaje a París; es que puedo escuchar black is the colour of my true love´ s hair.
Así como Laila y otros tantos no-personajes que podemos ver por las calles, hombres de carne y hueso (ya lo diría Unamuno "...hombres de carne y hueso, hombres que nacen, sufren, y, aunque no quieran morir mueren...") que desterrados de su vida, de sus orígenes; voluntariamente o a la fuerza dejan atrás su historia y la de su comunidad y familia. Hombres y mujeres que podemos ver entre los vagones atestados de gente en el metro o deambulando por las calles. Pequeños corriendo por las plazas publicas u hombres "haciendo lo que pueden", cargando, colocados en alguna actividad o regenteados para ser sino ingenuos y tristes soldados rasos de un alguna "sociedad u organización" que en el mejor de los casos sólo los adquieran con una suerte de empleados "libres" y no de esclavos. Es así que llego a admirar ese gesto dulce de Laila, escuchar música, para refugiarse.
"Cuando llegaba por la cañería del pasillo y oía el redoble de los tambores, me daban escalofríos. Era un sonido mágico. No podía resistirme a él. Hubiera atravesado el mar y el desierto atraída por esa música."
Con esto no quiero referir que la movilidad de los hombres de lugar sea un gesto de abandono u algo temiblemente equivoco. Quizá todos los que vivimos fuera del lugar de nacimiento de nuestros padres o los nuestros, estamos bastante acostumbrados al cambio; que por cierto no son tan escasos dichas historias. Sino que ya todo irse es en alguna medida provocador de tristeza incluso en el mejor de los casos, pero como bien sabemos hay quienes no se les da ninguna posibilidad como en el caso de Laila, su partida a los 6 años no es una decisión sino una fuerza que la arranca del su entorno.
miércoles, 3 de agosto de 2011
El tiempo
Qué desgracia saber tu nombre aunque ya no conozca tu rostro mañana, el rostro que dejamos de ver un día se dedicará a traicionarse y a traicionarnos en el tiempo que le pertenece y le queda, irá apartándose de la imagen en que lo fijamos para llevar su propia vida en nuestra voluntaria o desdichada ausencia.
Javier Marías
Me emociona pensar en la idea que Marías nos da en sus libros, una negra espalda del tiempo que discurre en ciertos momentos y con ciertos fenómenos .
Javier Marías
Me emociona pensar en la idea que Marías nos da en sus libros, una negra espalda del tiempo que discurre en ciertos momentos y con ciertos fenómenos .
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