domingo, 5 de agosto de 2007

Conjeturas simples, para un padecimiento raro…

Ángel de la guarda
Juan Soriano

-¿Qué te pasa?- dijo.
-Nada.
-¿Qué quieres que haga por ti?
-Quiero que seas viejo. Diez años mayor. ¡Veinte años mayor!
Quería decir: Quiero que seas débil. Quiero que seas tan débil como yo.

Milan Kundera. La insoportable levedad del ser.




Ya no entendí, o me duele o me alivia, o no hace nada

Parece que termina o que cambia, o que se sigue distinto, hay una ruptura en el fondo de mi ser, se manifiesta de manera física un dolor que a ratos especulé seria alivio.

Buscaba soluciones practicas para una situación humana, neta y puramente humana, el corazón que cómo todos sabemos no tiene función extra que, no sea hacernos vivir, gracias a su bomba. Si es allí o en cualquier otro sitio que me duele, pero duele como, como cuando saltas y temes caer, al doble o al triple, es como un vértigo, miedo, añoranza, si es como añorar un pasado, o como la nostalgia, o como un ciclón con muchas fugas, o como una lluvia que alivia e inunda, o como un mar, más inquieto, o temiblemente quieto, si así es como me siento, con un hueco relleno de aire, que se siente como dolor, o un dolor que no tiene ni comienzo ni fin pero que se siente enrollado en mí, como si fuera ya, pero sin serlo.

Si parece extraño o muy complicado, o ambos, claro, así pasa, así pasa cuando uno está triste o extrañando.

También se parece al dolor que provoca el amor, ¿será ese el que padezco hoy?...