domingo, 23 de diciembre de 2007


Tamayo, Reloj y teléfono.


Pero a partir de entonces se apoderó de mí una especie de fiebre…, perdí el control de mi persona… quiero decir que sabía de sobra lo absurdo que era todo lo que hacía, pero ya no tenía poder sobre mí… yo mismo no me comprendía… me limitaba a correr tras el objeto de mi obsesión… aunque, espere…, quizá si pueda explicárselo… ¿Sabe qué es el amok?
- ¿Amok?... creo recordar que se trata de… una especie de embriaguez entre los malayos.
- Es más que una embriaguez…, es una locura, una especie de rabia humana…, un ataque de monomanía homicida, insensata, que no se puede comparar con ninguna intoxicación alcohólica…

… mira fijamente el reloj y la aguja que da la vuelta con su tictac… Así… así… pasé aquel día, tan sólo esperando, esperando…pero esperando como… como espera precisamente un amok: absurdamente, como un animal, con esa tenacidad rabiosa, rectilínea.

Amok, Stefan Zweig


Ha pasado el tiempo y creo haber perdido el mundo, comencé a pensar que no hay salida sin abrir la puerta, me senté por un momento a ver un cuadro que no recuerdo, todo mi pensamiento estaba en el pasado. Descubrí que otro no cualquiera sino otros como Tamayo tenían pulsiones como las mías, la espera, la terrible espera. Son momentos de una brutal incertidumbre, de aferrarse al pasado como única vía de vida.

Si tan sólo pudiera soñar y despertar hace un tiempo atrás…

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