sábado, 22 de marzo de 2008

¿naranja o amarilla?



Porque la luna es completamente razonable; es la madre de los lunàticos, y a todos ellos les ha dado su nombre.

G. K. Chesterton

La constante del universo infinito, pocas veces miramos el cielo, mucho menos de noche, acostumbrados a la inexistente visión de estrellas, en esta gran cuidad, que por fin se ha quedado parcialmente sola, como pocas ocasiones podemos disfrutarla, sus calles, su transito, y su luna, que de ser anaranjada, paso al amarillo luminoso. Dulce noche citadina, lejos de la multitud acostumbrada, es posible sentir a la gran ciudad de Mèxico, que por suerte son vacaciones, hospitalaria, infinitamente más amable en su silencio parcial.

Hace tiempo que estoy despierto. No atrevo a ningùn movimietno. Temo abrir los sentidos a una vida casi olvidada, casi nueva para mì. Tengo abiertos los ojos, pero la oscuridad de la pieza se empeña en mostrarme que aquello es completamente inùtil; al contrario, cerràndolos, apretàndolos, se encienden pequeñas làmparas vivas, regadas, hùmedas, pequeñas estrìas coloridas que me reviven las luces del puerto lejano, en la noche, a bordo.

Me cargo en el lecho hundièndome temeroso y gustoso en los cojines, en las mantas, como deben hacerlo los enterrados vivos a quienes la vida les hace tanto daño que, a pesar de todo, no quieren volver a ella.

Xavier Villaurrutia, Dama de corazones

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