jueves, 21 de enero de 2010

El país de los ciegos


Lo maravillo de leer a H. G. Wells, es encontrar esa tierna felicidad que suscitan las palabras, es sentir en el cuerpo el inmenso sonsuelo de sus personajes. Sus historias embargan, llenan los pulmones de fresco aire. La fantasía que hay en el, la realidad que es distorsionada para crear mundos fantásticos, hace que sea imposible una cita; toda narración de Wells es una gran cita, un cuento que alberga una quimera inagotable de felicidad y angustia.

Pese a que su obra es sumamente extensa, bastará comenzar con los pequeños cuentos del escritor para deleitarse. Además de esta recomendación otro titulo fácil y hermoso es La puerta en el muro, una historia sobrecogedora.

viernes, 15 de enero de 2010


Cuando ya no se cree en el amor, aún se puede amar, igual que se puede combatir sin convicciones. Sin embargo, en uno y otro caso, algo se ha roto. Un edificio en el que la fisura equivale al estilo.
E. M. Cioran

En Cioran habita un sentimentalismo Ruso tan admirable que me cuesta trabajo no simpatizar con él.

Colmada de formas literarias nuevas, el compromiso consigo mismo, una mujer suena en el espacio.

Recuento inequívoco..


I felt a funeral in my brain
(Sentí un funeral en mi cerebro)
Emily Dickinson


De noche los pensamientos fluyen con la apacibilidad de notas.
Son días difíciles de pronunciar, pasan por el cuerpo fragmentados; por la emoción de cada mirada, de letargo involuntario y pleno. Miro la televisión tanta imágenes. Me abruma mi propia angustia; la olvido, la ignoro, me la trago.
Resuena el viento con clamor, me meto debajo de las colchas, de bajo de la memoria, se descubre una pelea incesante entre del olvido y la permanencia. Leo en silencio a ese joven personaje del que nos habla Borges, Funes el memorioso, releo las ciudades de Italo Calvino que he olvidado.
Por la tarde:
Huyo de hombres con rostros oscuros … el cuerpo padece el tiempo, se me han resecado los labios y los ojos. Las alegrías se presentan borrosas, surge una risa plena, ruidosa y necia. La disfruto hasta que se apaga, de reojo veo a un niño aprisionar un pequeño coche entre su manos, me ve con esos ojos tan grandes, tan luminosos que me apenan los míos. Es enorme, ese niño es tan grande cuando mira, sus labios siguen húmedos y sus manos limpias. Envuelto entre bufanda y una chamarra me ha invadido. Le he sonreído pese a mi distancia, él responde; sus dientes son diminutos, preciosos. He querido abrazarlo, besarlo, me ha provocado una alegría intempestiva.

Es de mañana, han tocado a mi puerta, suena a una urgencia que puede esperar. Desde dentro sólo escucho el roce de mi cuerpo y la almohada. El baño me espera frío y la tubería se ha encargado de despertarme con un chorro helado. Camino entre hombres y mujeres apurados, subo a la misma ruta que conozco, camino por inercia, coloco el boleto para subir ha un transporte poco más decoroso que un camión para ganado. Cruzo la calle, un aparador, un libro que olvide comprar y que parece que tengo suerte, lo veo, dudo, lo olvido. No es mal día es sólo el tiempo que transcurre y que no se agota, la que se detiene soy yo, son mis manos que se tambalean aun ritmo deforme. La narración transcurre hasta que oscurece y comprendo que he olvidado un día. El viento logró limpiar el cielo, lo veo de… madrugada… y sigo soñando.

miércoles, 6 de enero de 2010

Violencia


Los hombres andan juntos y hablan juntos y duermen juntos, y no se conoce. Si se conocieran, no irían juntos , hablarían juntos ni se dormirían juntos.

Thomas Bernhard, Transtorno

Voy comprendiendo aquella cita de Bernhard y la dureza, la brutal dureza que guarda.

Ayer con la impotencia de ponerme a llorar, la violencia me provoca tristeza. Qué país tan pobre es el que tenemos, yo no sé como sea en otros, es más ni como sea en de provincia pero esta ciudad es tristemente, patéticamente una mala broma, una grosería, un bofetada. Un no lugar habitable...

Me voy a casa de mi abuela a visitarla, abrazarla, asirme de aquel lugar y del frío a encontrar una cara más amable de esta situación.

¿Y los tiempos de paz?... jajajaja eran un chiste....

miércoles, 23 de diciembre de 2009

El emigrante. Entre navidad y tiempo libre.


En tiempos de "paz y de buena voluntad" dicen los comerciales de televisión y las radiodifusoras, lo dicen las revistas, y la publicidad de las calles. Una gran cena y unos cuantos abrazos, algunos se refugian en sus casas, otros viajan. No importa, la cena se planea, con invitados y todo. Aunque no todos los años sea posible cenar. Yo nunca he sido partidaria del "espíritu navideño", pero claro que me gustan los regalos y la comida, las vacaciones y las luces!!!! Es como no emocionarse en pleno carnaval, como no ir disfrazado a una fiesta temática, se pierde el chiste. Por eso me aseguro de que haya piñatas y ponche porque me encantan, dulces y chocolates. Pero para quién como yo deja esas cosas para el momento indicado y aprovecha estos ratos libres y se cuelga de internet. Encontré el cuento más corto del la lengua española. Lo escribió el mexicano Luis Felipe Lomelí:

-¿Olvida usted algo? -¡Ojalá!

Me sigue gustando más el del guatemalteco Augusto Monterroso y su Dinosaurio. Pero dejaré que las 20 letras de este micro-cuento resuenen un rato más... me gusta la nostalgia que sugiere.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Insomnio #3


Intento dormir, pero he distorsionando mis horarios a tal punto que sólo me meto a la cama por no recibir regaños de mi madre, la que por cierto cree que este asunto del no dormir de noche es mera decisión mía, y podría ser cierto.

Por ahora sigo con mis lecturas, un dolor de cabeza y otro en el cuello. Mientras pensaba en escribir este post miré el libro de Fadanelli, Malacara, no recuerdo haber publicado sobre el, y ya no recordaba las citas que entonces marqué. Les dejo una selección de madrugada, tres, con comentarios de sonámbula:

- Me sorprende encontrarte cuando no estaba pensando en ti - dije.

(Sorprendente pero pensé en mi último encuentro con el fantasma)

- A fin de cuentas quien puede responder con certeza si se pierde el tiempo cuando se duerme más de lo necesario.

(Justo como no sé si duermo de más o de menos, si descanso y esos sueños que se van tornando pesadillas, supongo que para enero regreso a dormir de más)

- La desgraciada cuestión es que después de haber escrito trescientas páginas de tonterías sólo deseas marcharte de ti mismo, convertirte en otro...

(A veces ni trescientas, con un par uno experimenta esa sensación)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Banana Yoshimoto

Sólo estamos la cocina y yo. Pero creo que es mejor que pensar que en este mundo estoy yo sola.

Kitchen, un libro de tres relatos que en realidad son sólo dos, el primero creo más interesante y maduro que el segundo. Kitchen (el primero) es sin duda una novela que despierta sensaciones, que sorprende y señala un lugar olvidado para volverlo importante.

Sigo pensando en el sueño como un elemento substancial de está escritora. El sueño como una instancia que calma y paradójicamente despierta. Tan ligado a la muerte, a la sensación de perder la consciencia de no saber dónde termina y comienza aquello que soñamos. Dormimos y el cuerpo se pierde, también se pierde como con la muerte cosas. El sueño fármaco de los miedos y los pesares, fármaco que sana y enferma. Otra cuestión que me gustaría resaltar y Kitchen es la soledad, la terrible soledad de quedarse solo, aunque la misma escritora nos diga que siempre estamos solos, pero que cerramos los ojos para no verlo, para ser felices . Un relato revitalizado, intimo y dulce. Luna llena que en realidad forma parte de Kitchen une, la muerte une, o mejor dicho reúne. El duelo que en este libro parece ser el eje por el que giran los relatos; las perdidas y la muerte, la búsqueda de salir de aquella soledad en que nos condenamos cuando perdemos algo más que una cosa.

Por otro lado Moonlight shadow es un relato mas meloso, lleno de momentos tan emotivos que rallan en un romanticismo burdo. Sin embargo el relato previo ayuda a no perder las ganas de seguir con la lectura. Moonlight señala con menor maestría las sensaciones de vacío de su personajes. Entre este trabajo que es el primero en la escritura de Yoshimoto ya denota el estilo suave y ameno. Por suerte la evolución de esta escritora va afinándose.